Con el cambio de año, uno de esos ‘propósitos de año nuevo’ suele ser ahorrar más. Sumado a bajar unos kilos, comer más sano o leer algo más, el ahorro es una de esas cosas que tenemos en mente cuando pasamos de hoja en el calendario. Pero, ¿cómo se consigue? ¿Es fácil ahorrar? ¿Por qué nos asalta en esta época este afán de hacer cosas que durante el resto del año parecen pasar al fondo de la lista de nuestras preocupaciones?
En El País Verne han preguntado a la directora de Iden, Elisa Sánchez, por qué nos asalta la culpa en estas fechas navideñas y por qué tenemos más ganas en esta época de cambiar de hábitos.
Kilos de más, euros de menos. Es el descorazonador saldo al que llegan muchos españoles cuando se presenta el final de diciembre y hacen balance del año saliente y propósitos para el entrante. Aunque se intente afrontar la visita tanto a la báscula como a la cuenta corriente con entereza y cierta indulgencia para no amargarse las Navidades, es inevitable torcer un poco el gesto. Especialmente con el apartado dinerario. “En estas fechas pueden aparecer emociones como la culpa (no tendría que haberme ido tantos días de vacaciones, ¡para qué me compraría ese bolso!) o la frustración y la impotencia (¡con lo que gano, no ahorro ni para pipas!, ¡yo aún no he salido de la crisis!), ilustra Elisa Sánchez, del Colegio de Psicólogos de Madrid (…) ¿Por qué queremos acumular lo posible debajo del colchón? Los expertos aluden a la necesidad de control que algunas personas sienten ante la incertidumbre del futuro. “¿Qué pasará si me despiden, si caigo enfermo, si no cobro la pensión…? Quieren controlar su futuro con sus acciones, porque depender del azar o de factores externos les produce ansiedad”, explica Elisa Sánchez.
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