El aislamiento y la cuarentena por el Coronavirus han cambiado nuestros hábitos a la fuerza. Uno de ellos es el trabajo. Hemos pasado de ir todos los días a la oficina a sentarnos en una mesa de nuestra casa (más o menos arreglados). Hemos cambiado los atascos por la ducha en el trabajo. Y hemos sustituido las reuniones por videollamadas grupales. Quizás pensábamos que estar tranquilamente en nuestro salón era mejor que aguantar a ciertos compañeros de trabajo, pero seguro que unos días después ya los echamos de menos. Porque el teletrabajo, unido al confinamiento, ha cambiado radicalmente nuestro día a día.
En El Economista han entrevistado a la directora de Idein, Elisa Sánchez, para hablar de los efectos que ha tenido el teletrabajo por el Coronavirus en nuestro país.
Y es que este virus no solo tiene efectos en las personas que tienen la mala fortuna de resultar contagiadas. Mentalmente nos ha infectado ya a casi todos. Y eso, comenta Elisa Sánchez, psicóloga laboral y profesora de la UDIMA, tiene inevitablemente un reflejo en el trabajo. «Ha sido un shock. En poquísimos días hemos pasado de ‘qué exageración’, ‘si es como una gripe’ o ‘esto esto solo pasa en China’ a cifras alarmantes de contagios, la caída en las bolsas o el cierre de las calles».
Esta docente recuerda que todo cambio traumático sigue un proceso y que ahora nos encontramos en la fase del miedo. «Nos preocupa lo que le pueda suceder a nuestros familiares y amigos, y esta situación de ansiedad e incertidumbre no facilita ni el trabajo ni el rendimiento», explica.
(…) Por su parte, la profesora Elisa Sánchez pide paciencia y aceptación. «Hay que ser flexible ante la avalancha de cambios que se están produciendo, y asumir que esta va a ser la tónica que nos va a acompañar durante un tiempo». Porque, remata, «más que nunca, vivimos en un entorno VUCA. Con ‘C’ de ‘coronavirus'».
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