Solemos pensar que ser obediente es una característica positiva cuando hablamos de una persona trabajadora. Creemos que si obedecemos siempre lo que nos dice nuestro jefe o nuestra jefa, será bueno para nuestro futuro. Y eso no es algo necesariamente cierto en todas las ocasiones. Porque muchas veces, en las empresas buscan otro perfil para futuros ascensos, con características como la iniciativa, que no se deja ver si siempre obedecemos y nunca proponemos.
Para hablar de ello, en El País Retina han entrevistado a la directora de Idein, Elisa Sánchez.
«Al estar muy orientado a la tarea, esta se lleva a cabo de forma eficiente», explica Elisa Sánchez, psicóloga laboral. «Hay veces que incluso es imprescindible, como cuando hay una emergencia y hay que tomar decisiones rápidas siguiendo el protocolo. Sánchez recalca que se trata de situaciones muy específicas. Por norma general, es mejor estimular el pensamiento crítico a la obediencia ciega. Tendemos a pensar que, al rodearnos de compañeros que piensan igual que nosotros, las cosas van a fluir mejor y el trabajo va a ser más fácil, ágil y eficiente. «Esto explica por qué muchos jefes prefieren a personas obedientes, sumisas y que no las contradigan», explica Sánchez.
Pero hay algunos riesgos. Si una persona centraliza siempre la toma de decisiones puede pasar que los demás no se atrevan nunca a tomar la iniciativa. «Normalmente, sucede por miedo a ser criticado. También hay personas que prefieren no hacerse responsables de las decisiones para evitar las consecuencias». Sobre todo, si saben que ser crítico no es una conducta deseable en su entorno. El miedo, la inseguridad y el no querer asumir las consecuencias de un error hacen que prefieran obedecer a tomar la iniciativa».
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