Quizás nunca nos hayamos encontrado en una situación tan complicada como ésta. El Covid-19, una enfermedad global, ha hecho tambalear nuestra normalidad. Una normalidad que quizás haya dejado de existir. Puede que hayamos perdido a algún familiar por la pandemia. O nuestro puesto de trabajo se haya visto amenazado. O, simplemente, el hecho de estar tanto tiempo encerrados nos haya afectado psicológicamente. Y en estas semanas tan complicadas nos hemos dado cuenta de lo difícil que es tomar decisiones importantes en mitad de esta crisis.
Para hablar de ello, en Retina de El País han entrevistado a la directora de Idein, Elisa Sánchez.
Pero mantener la calma y pensar detenidamente es difícil porque estamos bombardeados por emociones. “En mitad de una emergencia pasamos por distintas fases, tal como sucede con los cambios imprevistos o los duelos”, explica Elisa Sánchez, psicóloga laboral. “Pasamos por momentos de shock, miedo, tristeza y aceptación. No es algo lineal, se van intercalando. Y, dependiendo de en qué fase estemos, interpretaremos la información para tomar decisiones de una forma u otra”. Según Sánchez, los cambios emocionales en mitad de una crisis son habituales porque la información también varía mucho, incluso a lo largo de un mismo día. “Por la mañana sabes que alguien conocido ha salido de la UCI y por la tarde te cuentan que tu empresa va a hacer un ERTE. Vivimos en una montaña rusa y estamos aprendiendo a gestionar las emociones mientras nos mantenemos a salvo”. Por eso, es recomendable evitar tomar decisiones en momentos en que las emociones sean muy intensas.
Esta volatilidad emocional influye en cómo procesamos la información, por eso es habitual que caigamos en los sesgos, esas pequeñas trampas que utiliza el cerebro para llegar a conclusiones de la forma más rápida posible. “En épocas de incertidumbre como la actual, junto al miedo y la falta de perspectivas seguras, es muy probable que se incremente la aparición de los denominados heurísticos cognitivos, que son las normas que aplica el cerebro para simplificar la selección y procesamiento de la información y que provocan esos sesgos”, cuenta Sánchez. Por ejemplo, el sesgo de disponibilidad hace que se consideren más probables aquellas situaciones de las que tenemos más información. Si alguien solo recibe noticias de personas ingresadas o trabajadores despedidos, creerá que es más probable que le suceda a él también. “Esto hará que sus decisiones estén marcadas por el temor y sean más conservadoras”, asegura.
Puedes leer el artículo de M Victoria S. Nadal en este enlace, en pdf. o pinchando aquí, en la web de El País Retina.