Podemos decir sin temor a equivocarnos que hay tantos horarios de oficina como oficinas. Pero… ¿Cuál es el mejor horario de oficina? ¿De 7 a 3? ¿Parando para comer? ¿Ajustándose al horario de los clientes? ¿No madrugar y quedarse hasta más tarde?
Para hablar de todas las opciones, en El Correo han entrevistado a la directora de Idein, Elisa Sánchez.
«Recuerdo a una vecina a la que encontraba siempre a las seis y media de la mañana en el ascensor. Llevaba a la niña a las siete a la guardería porque entraba a trabajar a las ocho y siempre pillaba atasco. Pero, ¿por qué tenemos que cumplir todos el mismo horario y perder una hora en un atascazo? ¿Por qué tienes que levantarte dos horas antes para asegurarte de llegar puntual, acaso eso es sano para el cuerpo? ¿No sería mejor teletrabajar de ocho a diez de la mañana y salir a la carretera cuando esté más despejada? No como norma general, claro, pero en algunos casos se podría hacer», propone Elisa Sánchez, psicóloga clínica y directora de la consultoría de bienestar en el trabajo Idein.
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Horario intensivo los viernes
Ya es una realidad en muchas oficinas y cree Elisa Sánchez que podría hacerse casi norma. «Hay sitios en los que de lunes a jueves se sale a las siete de la tarde y es la forma de que los viernes se acabe a las tres. Y lo mismo en verano. El horario intensivo es una opción muy interesante».
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El cliente, el cliente
«Hay empresas, consultorías sobre todo, en las que el cliente es lo primero. Entonces, ¿la vida del trabajador pasa a un segundo plano? Pues así es, y en consecuencia se hacen cosas que, aunque sean irracionales o poco lógicas, se justifican porque ‘hay que dejarlo todo por el cliente’. Estamos perdiendo el foco», censura Elisa Sánchez. Y advierte de que «para que el trabajador se implique con la empresa debe sentirse cuidado». ¿Cómo? «Hay un concepto llamado salario emocional que hace referencia a que el empleado no solo gana dinero, se le puede compensar de otra forma que no solo sea económica, por ejemplo con flexibilidad de horarios. Porque hacemos girar en torno a nuestro trabajo el horario de la guardería, las citas con el médico… Y debe ser al revés». En este sentido, la psicóloga reprueba ese «liderazgo de control que todavía impera en muchas organizaciones, en lugar de un liderazgo de confianza».
La dinámica de las tres piedras para identificar lo importante
Elisa Sánchez, psicóloga experta en cuestiones laborales, remite a la metáfora de las tres piedras. «Imaginemos un bote en el que metemos tres piedras enormes. Parece lleno, pero aún podríamos meter arena y cabría incluso agua. Ese bote representa la vida y lo que pretende transmitir es que, aunque quitásemos el agua y la arena, el bote seguiría estando lleno porque las piedras grandes lo ocupan casi por completo. Pues bien, esas piedras grandes no pueden ser el trabajo y los clientes, sino la familia, la salud. El trabajo no debe ser la prioridad, no puede ir por delante del bienestar, y le estamos dando toda la importancia».
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