En las cenas de Navidad, uno de los mayores temas de discusión es la política. Ni siquiera hace falta que sea con nuestro cuñado. Y si trasladamos estas conversaciones al ámbito laboral, muchas veces también pueden surgir fricciones. Así que realmente nos preguntamos: ¿Es una buena idea hablar de política en el trabajo?
A priori, el conversar sobre temas en los que no se está totalmente de acuerdo no es algo negativo. Se pueden manifestar diferentes opiniones en un ambiente de respeto y eso puede conllevar la creación de unos vínculos que pueden ser positivos para los trabajadores y para la organización. Es decir, hablar de política en el trabajo no tiene que ser necesariamente algo negativo.
Sobre la parte positiva y la negativa de debatir sobre política en el trabajo ha hablado la directora de Idein, Elisa Sánchez, en un artículo publicado en Cinco Días.
La línea roja, según Elisa Sánchez, del Colegio de Psicólogos de Madrid, está en tratar de racionalizar decisiones tan emocionales y tan ligadas a la identidad personal. “Se puede hablar de política, el problema está cuando se intenta convencer al otro, eso es lo que suele acabar en discusión”, desarrolla (…) El respeto mutuo debe ser el pilar de cualquier debate, pero la ideología se sitúa tan vinculada a la identidad individual que cualquier comentario puede ser entendido como un ataque personal. “Cuando alguien defiende una postura distinta, interpretas que están intentando cambiar algo muy esencial de tu persona”, apunta Sánchez. Por ese motivo, Monfort recomienda no iniciar discusiones si no se está preparado para gestionar las emociones derivadas de las posibles respuestas. “Tener diálogos abiertos genera mayor confianza y más sentimiento de equipo. Sin embargo, la madurez organizativa y personal es la principal barrera a la hora de discutir”, apunta.
Puedes leer el artículo completo de Ana Muñoz Vita pinchando en este enlace.