De vez en cuando nos pasamos por un supermercado y vemos que quedan pocos productos en un estante. Instintivamente, pensamos en que quizás nosotros no tengamos eso en casa, o nos quede muy poco. Y es probable que acabemos comprándolo. Pasó con el papel higiénico y últimamente con la leche. Seguramente no lo necesitemos y tengamos más que de sobra, pero algo dentro de nosotros nos dice que probablemente no esté tan mal acaparar un poco más. Es lo que se llama compra de pánico.
Para conocer más sobre este fenómeno en Cinco Días han entrevistado a la directora de Idein, Elisa Sánchez.
Elisa Sánchez Lozano, profesora de psicología económica en la Udima, resume cómo funciona el patrón de nuestras acciones. “Ocurre un hecho, lo valoramos, sentimos y nos comportamos”. El cómo nos estamos comportando con las compras de pánico indica, según Sánchez, que tenemos unas creencias irracionales. “Valoramos las situaciones mediante atajos. Por economía del pensamiento no podemos estar pensando a todas horas, buscando todos los detalles, todas las informaciones. En el caso de la leche, pensar si está pasando en todos los sitios, calcular la probabilidad de que el sábado no haya leche… No podemos pensar todo esto porque entonces no haríamos otra cosa. Entonces nuestro cerebro funciona mediante heurísticos, que es como se llama a esos atajos”, explica. El resultado de esta forma de pensar son unos sesgos cognitivos.
“Nuestro cerebro está diseñado para que sobrevivamos. Nuestro cerebro no está diseñado para que seamos felices, incluso no está diseñado para que seamos colaborativos o buenos con los demás. Está preparado para sobrevivir. Cuando se entra en ese estado de miedo, se entra en una visión de túnel en la que solo se ve lo que se tiene delante y no se es capaz de tener una visión global y amplia. Es una visión tan sesgada que solo ves eso que te preocupa e ignoras lo otro”, afirma la experta.
“Eso es un sesgo heurístico que hace que si te preocupa algo solo veas eso. Si estás pensando en comprarte un modelo de coche concreto, de repente aparece ese modelo de coche por todos lados. Antes también estaban ahí y los veías, pero no les prestabas atención consciente. Mucha gente hemos ido a un supermercado, no había leche o no había aceite o había subido el precio y no le dábamos importancia. Cogíamos, preguntábamos a algún trabajador cuándo va a venir ese producto y no le dábamos más importancia. Lo que está pasando es que tenemos nuestra atención puesta en esto y, por ello, lo exageramos. Le damos muchísima importancia”, asevera.
Puedes leer el artículo completo pinchando en este enlace.